Florencia Mallagray (foto) nació en Jujuy hace 30 años. Se recibió de abogada en la Universidad Nacional de Jujuy en el 2002, y luego se mudó a Buenos Aires para desarrollar su carrera como actriz. Mientras su cuerpo estaba a kilómetros de su provincia natal, su mente seguía viviendo y sintiendo las costumbres de su Tierra. Al tiempo que indagaba acerca de las relaciones entre mujeres, siguió estudiando y se recibió de periodista a fines del 2009. Para entonces, el documental “Parteras del Norte” ya tenía escrito su destino. Esta investigación audiovisual sobre el oficio de las parteras en la provincia de Jujuy se debió postergar por falta de presupuesto. Desde entonces, Mallagray espera su propia experiencia.
P- ¿Cómo surgió “Parteras del Norte”?
Mallagray- A partir de una investigación sobre los vínculos que se generan entre mujeres. La mujer ayudando a la mujer y trabajando en círculos. Comenzamos estudiando a la menstruación como hecho social, en distintas culturas y en la actualidad. Analizando las connotaciones negativas que rodean el sangrado femenino en nuestra cultura y comparándolo con el significado sagrado que tenía en antiguas culturas, su relación con la tierra, sus ciclos y la capacidad de dar vida. De esta forma llegamos a las parteras, que son mujeres que acompañan, contienen y se entregan en cada nacimiento. Es un vínculo de género…
P- ¿Qué importancia tiene para la sociedad que sigan existiendo personas que ayuden a nacer?
M- La partera es la persona que acompaña no sólo durante el trabajo de parto sino también durante todo el embarazo. No es un ayudante más del médico, es la mujer que contiene a la mamá, que tiene un rol de nexo entre ellos. Y por sobre todas las cosas es quien tiene la capacidad de hacer esperar el nacimiento, la paciencia. Antiguamente las parteras, eran también las curanderas de la comunidad. En épocas de la inquisición fueron quemadas por ser consideradas brujas y durante tres siglos el oficio estuvo en las sombras. En la actualidad la figura de la partera también se está perdiendo. Si bien ya no las queman, están siendo suplantadas por enfermeras o médicos residentes. Las escuelas de parteras que había en el país se cerraron hace 40 años y se fue perdiendo el oficio paulatinamente. Hoy no hay cargos de parteras, no hay tiempos de espera y hay cada vez menos paciencia.
P- ¿Por qué te centraste en las parteras de Jujuy?
M- En Jujuy la cultura ancestral coya y guaraní aún está muy presente y viva. En medio de la Quebrada se percibe muy a flor de piel la fuerza de lo natural. El relato de una mujer coya que cuenta como dio a luz a cinco hijos en su rancho, ayudada por su marido, es muy contundente y nos hace reflexionar sobre la forma de parir en la ciudad, sobre los beneficios y desventajas de la tecnología.
P- Las parteras son parte de una costumbre que lleva muchos años, pero que pocos saben que sigue existiendo ¿Por qué creés que se las ha ido marginando?
M- El miedo es uno de los principales motivos. El auge de las especialidades es otro, y coincide con el cierre de escuelas de parteras y la transición de los partos domiciliarios a las clínicas. A partir de ese momento, el parto comienza a ser medicalizado cada vez más. Si bien se redujo el índice de mortalidad materna, el exceso de medicalización y la falta de parteras han aumentado los índices de cesárea. Han hecho que la mujer pierda confianza en su propia capacidad de parir.
P- ¿A qué se debe el gran aumento de cesáreas?
M- El aumento de cesáreas se debe a muchos factores: la falta de tiempo o espera del proceso de nacimiento por parte de las clínicas, enfermeras y médicos, la presión de los médicos por temor a los juicios de mala praxis, la falta de parteras y el creciente miedo de las mujeres a parir naturalmente. El mensaje cambiado que reciben las mamás es “prefiero cesárea para evitar el dolor o para no sufrir yo o el bebé”. En realidad no se difunde que la cesárea es una cirugía mayor, siendo la recuperación mucho más lenta y dolorosa que la de un parto natural. No es cierto que se pague más por una cesárea que por un parto, pero por el tiempo que toma y el menor riesgo que tiene para el médico la cesárea, las terminan provocando innecesariamente.
P- ¿Cómo sobreviven las parteras?
M- Durante el rodaje nos sorprendimos con un dato curioso: en la ciudad de San Salvador, capital de la provincia de Jujuy, el índice de cesárea es de 7 de cada 10 partos. Un promedio que se repite en otras capitales del país, en donde hay acceso a clínicas y hospitales. Mientras, en el hospital de la localidad de Abra Pampa, capital de la Puna jujeña, donde no hay quirófano para operar y la maternidad está manejada sólo por cinco parteras, el promedio de cesáreas es una de cada 100.
P- ¿Cómo es la relación de las parteras con los médicos?
M- Si el sistema estuviera bien articulado la relación debiera ser complementaria. La partera es la que acompaña la mayor cantidad de horas a la mamá y el médico debería llegar para el momento del parto. El problema es que paulatinamente se ha dejado de lado la función de la partera.
P- ¿Qué lugar ocupa el aprendizaje de la salud sexual y reproductiva en el norte? ¿Cómo ayuda esto a las parteras?
M- La quebrada conserva mucha tradición transmitida de generación en generación. Falta mucha información respecto a salud sexual y reproductiva. Los puestos de salud no abundan y las mujeres comienzan a tener hijos con la primera menstruación y terminan con la menopausia. En general, las mujeres campesinas tienen mucha resistencia para ir a parir al hospital, por eso en su mayoría prefieren parir en el rancho ayudadas por la partera o comadrona de la zona. En lugares de cultura aborigen de Brasil, que presentaban esta misma situación, se mejoró la salud materno-infantil instruyendo con reglas sanitarias básicas a las parteras empíricas que contaban con la confianza de las mujeres de su comunidad. Éstas operaron como nexo entre su comunidad y los hospitales en casos de alto riesgo, y se redujo la mortalidad materna significativamente.
P- Estás llegando al octavo mes de embarazo y decidiste tener a tu hija con la ayuda de una partera ¿Por qué? ¿Cuánto influyó tu investigación?
M- A raíz de esta investigación, se fortaleció mi confianza en el cuerpo y en la capacidad de parir que tenemos las mujeres. Estoy con un equipo de partera y médica que se dedican a hacer partos domiciliarios y partos respetados en instituciones, es decir, sin anestesia. Yo elegí esta segunda opción. Un parto en una sala de preparto, no en un quirófano, en el que se genera un ambiente íntimo, similar al de casa pero con la seguridad de estar en la clínica por cualquier urgencia. Ésta es la diferencia básica de un parto respetado y un parto invasivo. Hay libertad de movimiento, elección de postura para parir, acompañada por las personas que vos decidas y con música que vos lleves. Son pequeños cambios que no requieren de una inversión tecnológica, sino de un buen trato humano. Sin desmerecer la tecnología. Creo que ése es el equilibrio que a mí me deja tranquila. La cuestión pasa por ahí, que cada mamá tenga el parto con las condiciones que ella necesita para estar tranquila
P- “Parteras del Norte” está en proceso aún y tenés un blog de promoción ¿Qué es lo que falta?
M- Es un trabajo hecho a pulmón. Falta la parte de edición que requiere de más técnica y arte. Básicamente necesitamos un sponsor que nos ayude a terminar el trabajo y nos posibilite hacer un buen número de copias para distribuirlo. Necesitamos que las marcas e instituciones que deseen ayudar a transmitir nuestro mensaje se sumen al equipo con el aporte que puedan, para que “Parteras del Norte” vea la luz y pueda despertar confianza en muchas mujeres más, tanto como lo hizo conmigo.
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