¿Si comenzamos por saber cómo es, cómo son nuestros órganos sexuales, reproductores, de placer?
PH: Linder |
Para mirarnos, encontrarnos en espejo de la otra. Para hablar de los tabúes del pasado,
de lo que fue crecer con silencios, sin alguna referente que nos guíe desde la plenitud.
¿Si re-conectar cíclicamente es darnos la posibilidad de re-diseñarnos?
¿Si de pronto descubrimos que esa parte desintegrada en nuestra psique, esa que anulamos por que dolía, es mas suave, mas maleable cuando la tomamos entre las manos y la cobijamos?
¿y si juntas nos damos cuenta que estamos tejidas de iguales heridas, que fueron colectivas y transversales a todas nosotras, nuestras madres y abuelas? ...
¿Si al decir de una, la otra, se da cuenta de que podemos ir por otros caminos?...
¿Que pasa si al hacerlo, ellos, los hombres que acompañan, nos siguen?
¿Si ellos encuentran, en nuestro ritmo espiral, una referencia que también los integra?
¿Si ponen su linealidad al servicio de la vida para sostener fuerte el eje, mientras nosotras ciclamos renaciendo y regenerando lo que ya cumplió su ciclo?...
¿Y si el punto de partida, para este viaje, es empezar por nuestro cuerpo?
Nutriendolo, abrazandolo, honrandolo, preguntandole todo el tiempo que necesita.
¿Descanso... agua, chocolate, abrazo, dulzura, amor, dejar salir las lágrimas, el grito, el goce?
¿Tiempo para encontrar el placer? ¿Que necesita?
¿De qué tiene hambre? ¿de qué tiene sed? ¿Cómo quiere vestir hoy? ¿Qué quiere mostrar, qué quiere esconder? ¿Cómo desea moverse? ¿A dónde necesita un masaje?
Volver al cuerpo es en espiral y hacia adentro...
Y en el camino, para entrar, "el pase" es soltar el juicio, la autoexigencia, la perfección excesiva
la implacable autocrítica, la crítica a otras, que nos es más que la mía en espejo...
El camino es hacia adentro y en espiral.
La naturaleza te da el ritmo... desde afuera.
Y desde adentro, el ritmo pulsa en tu interior, suave y persistente.
Como un tambor, un guía, un gps...
Tu ciclo. Tu ciclo es la llave para encontrar nuevos matices, y depurar lo que debe ser depurado.
Y renacer, lo que debe nacer de nuevo. Y manifestar lo que dormia adentro.
Y dejar morir, o matar, lo que no tiene espacio porque duele.
Y así, asistimos al despertar de nuestra propia diosa interna.
La sacerdotisa, la "que sabe".
Y en ese momento empezamos a comprender que los maestros y maestras de afuera, nos guían hasta ese lugar, hasta esa puerta misteriosa de nuestra esencia. Y cuando llegamos ahí, "la que sabe" nos pide hacer silencio, nos dice basta de estímulos y saberes. Ahora voy por el mio. Por el que me habita en mi instinto.
Miro fijo esa entrada, no es hacia adelante, es hacia abajo y bien adentro. Decido entrar y suelto todas las ropas conocidas hasta el momento. Voy sola con mis huesos, hacia la re-conexión mas intima. Volviendo el alma al cuerpo.
Volver al ciclo, volviendo al cuerpo.